Apuntes sobre piqueteros:
Por Daniel Saur |
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Una lucha en procura de la ciudadanía Acordamos con A. Scribano (1999) cuando afirma que en la puja por la definición de sentidos socialmente legitimados en el orden social, los cortes de ruta se inscriben en una lucha por la “reobtención de la ciudadanía perdida”. El concepto de ciudadanía no sólo hace referencia al derecho al voto y a la participación (derechos políticos institucionales), sino que comprende derechos civiles y libertades personales para los miembros de un territorio, así también derechos sociales referidos al bienestar y la seguridad individual. Desde una perspectiva liberal, dominante en nuestras democracias representativas, la ciudadanía es el conjunto de estos tres tipos de derechos, de los que debe gozar cada individuo por igual (Marshall, 1965). En una dirección similar, D. Miller señala que ciudadano es quien “participa activamente en la dirección futura de su sociedad a través del debate y la elaboración de decisiones públicas.” (Revista Agora, 1997:89). Desde un enfoque diferente, que a nuestro criterio problematiza enriqueciendo los anteriores, E. Jelin (1997:194) sostiene que “el concepto de ciudadanía hace referencia a una práctica conflictiva vinculada al poder, que refleja las luchas acerca de quiénes podrán decidir qué en el proceso de definir cuáles son los problemas sociales comunes y cómo serán abordados”. Esta concepción que vincula ciudadanía a poder, está cuestionando un punto central de la noción liberal clásica de ciudadanía universal -la que sostiene que “todos somos iguales ante la ley”- que contribuye a perpetuar desigualdades, pues los sectores con mayor poder lo hacen valer para imponer sus propios intereses como el “interés común”, el “interés de todos”, excluyendo los intereses de los sectores menos influyentes. En este sentido, las demandas sociales que estamos analizando, pueden interpretarse como una lucha política en procura de la ampliación de la base social de los derechos y de una mayor participación en las decisiones colectivas. Interpretado de este modo, el corte de ruta, en una de sus dimensiones, procura re/introducir a los sujetos en la comunidad política, por medio de la tensión que ejercen en relación a quiénes tienen derecho a la palabra y qué pueden decir en lo referente a las preocupaciones e intereses de la comunidad. Principales desplazamientos El carácter novedoso de este tipo de protesta se expresa en gran medida por los distintos desplazamientos que produce en relación con las formas tradicionales de manifestación del reclamo público.
En cierta medida, los piqueteros desplazan al ciudadano común del centro de interés, instituyéndose en nuevos protagonistas del espacio mediático, protagonistas que se caracterizan por su condición de “despojados”. El piquetero se instituye en un actor que se diferencia por la carencia en oposición al ciudadano común que se identifica por la pertenencia (apodo en oposición al nombre, desalojo en oposición a residencia, desocupación en oposición a trabajo, desinstitucionalización en oposición a adscripción institucional). Este es uno de los motivos por el cual en la batalla semiótica por su nominación se produce una identificación sustentada en el formato (Pérez, 2001). Es su práctica, su hacer, el modo en que aparece en la escena pública, el que delimita el alcance de su designación, el que se cierra sobre el momento de realización de la protesta, y no su filiación o pertenencia. Productividad mediática Los medios contribuyen a dar visibilidad a estas nuevas expresiones sociales (Scribano, 1999), configurando sus actores y ayudando a definir estas prácticas. Como sostiene M. Antonelli (2000): “Los medios instauraron las condiciones de enunciabilidad y de visibilidad pública de la marginación, la pobreza, la exclusión describiendo y narrativizando los procesos de alteración, desintegración y destrucción de las identidades sociales. Contribuyendo a su vez al surgimiento de nuevas e incipientes identidades.” Los cortes de ruta, a partir de su tratamiento mediático, han contribuido a otorgar visibilidad a una Argentina postergada, que está pagando el costo de años de aplicación de políticas neoliberales; los medios han contribuido arrojando luz sobre alguna de las sombras del “modelo”. Es decir, la mediatización de los piquetes ayuda a construir la diferencia permitiendo ver a “uno” de los “otros” sociales. Esto se debe, en gran medida, al menos en una primera etapa, al componente novedoso de la protesta, ya que uno de los requisitos de lo noticiable es justamente su carácter inédito u original. Otro factor puede ser atribuido al carácter conflictivo de la acción que es recuperada y reconfigurada por el discurso mediático.6 Como sostiene Tenti Fanfani (2000) en relación a los piqueteros: “constituye una manera de ‘hacerse ver’, de romper el aislamiento, el ‘ninguneo’ al que los reduce su situación de exclusión social y territorial (...). Durante el tiempo que dura el corte de ruta, los ‘excluidos’ conquistan una existencia social en el contexto nacional.” La visibilidad que adquieren a través de los medios les otorga un poder temporal que se emplea en la mesa de negociación. Al instalar el reclamo en el ámbito mediático, se garantiza una palabra audible. Los medios instituyen al reclamo como primera alocución que debe provocar una respuesta; de este modo, por los medios, se facilita la interpelación al poder político. |
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